ARQ.TXT combina la necesidad de conversar y opinar desde y hacia la pantalla, con el formato simple y liviano de la publicación digital. No exige el rigor académico de nuestra revista ni la pulcritud de nuestras publicaciones físicas. Son textos que nos permitan dar cuenta que estamos vivos, aunque sea a través de la pantalla de un computador. 

Arte y patrimonio: distinciones necesarias

José de Nordenflycht. Profesor asistente adjunto, Escuela de Arquitectura UC

 

La polémica del verano en Valparaíso fue el mural ejecutado por la cantante Mon Laferte en una fachada ubicada en el área protegida por la Ley 17.288 de Monumentos Nacionales en Valparaíso. Entre las airadas posiciones encontradas faltó un gran argumento a considerar: arte y patrimonio no son lo mismo. Puede ser obvio para muchos, pero es necesario declararlo, porque si es equívoco evaluar el arte como si fuera patrimonio, evaluar el patrimonio como si fuera arte es totalmente anacrónico.

Referirse al proyecto contemporáneo de una pintura sobre soporte mural en base a valores actuales clausura la interpretación futura que podamos tener de esa imagen. No existe el patrimonio instantáneo, por mas reconocidos que sean sus autores. Si así fuera estaríamos confundiendo el panfleto con el sentido y la copia con el original.

Eso lo sabía el recientemente fallecido pintor y arquitecto de la UCV Francisco Méndez (1922-2021), cuando comenzó en 1970 su consistente proyecto de murales en los cerros porteños. Lo que él, sus colegas y sus estudiantes hacían era pintar, no hacían patrimonio. Si su práctica de pintar en el espacio público es considerada hoy patrimonio de la ciudad es por el interés y la valoración de otros que vinieron después.

Considerando esa distinción es que lo sucedido en Valparaíso se resume en una falta de educación artística y patrimonial que sea actualizada y pertinente, para no quedar entrampados en polémicas estériles que no nos permiten avanzar para ningún lado. Lamentablemente nuestras autoridades no son inmunes a esa falta de rigor a la hora de lidiar con estos sensibles asuntos.

Por un lado está el Consejo de Monumentos Nacionales y la Ley 17.288 que lo mandata a proteger un área de Valparaíso bajo la categoría de Zona Típica, sumado a su condición de estar inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial. Hasta ahí todo muy claro. Sin embargo, la fiscalización proactiva y efectiva de esa institución hace décadas que está al rezago de los cambios sociales que nuevamente hoy la enredan en polémicas desgastantes.

En este caso, resulta curioso que la autoridad sectorial local invoque airadamente esta Ley para denostar la pintura de una superficie que es totalmente reversible y no se invoque la misma ley para poner atajo al complejo panorama de modificaciones furtivas en techumbres, mansardas, terrazas, ventanas y puertas, todo lo cual es lesivo a la integridad y autenticidad de un bien inscrito en la Lista de Patrimonio Mundial.

Por otro lado, resulta extraño que la máxima autoridad local opine por redes sociales que la aplicación de la Ley 17.288 es un asunto secundario a la libertad de expresión. Otra confusión entre las peras del arte y las manzanas del patrimonio, sobre todo si consideramos que sería más coherente que ese espontáneo entusiasmo alcaldicio por la pintura mural se verifique en esfuerzos concretos por conservar el abandonado Museo a Cielo Abierto del Cerro Bellavista, donde alguna vez hubo arte y hoy muchos reconocemos un patrimonio de la ciudad que está en peligro de desaparecer.

Arquitectura sincera. Reseña

Bronce y patrimonio