Rayna Razmilic. Coordinadora de Extensión, Escuela de Arquitectura UC. Coeditora ARQ.TXT
Los arquitectos solemos llegar tarde. Al menos cuando se trata de las decisiones en la esfera pública. Llegamos cuando un proyecto –que consideramos deficiente– ya está aprobado, probablemente incluso en ejecución. Llegamos cuando el hoyo en el cerro ya está hecho.
Y cómo no hacerlo si nuestra relación con las plataformas y medios de difusión es una en la que predominan los hechos consumados: publicamos los proyectos cuando ya están construidos (idealmente con las fotos “perfectas”) y compartimos las investigaciones sólo cuando ya existe algo tangible (y ojalá indexable). En su mínima expresión, un paper y en su máxima, un libro. Los osados, quizás con una exhibición.
Son pocos los que se aventuran a opinar si no son consultados primero por un medio. Y pocos los que gozan de un espacio de opinión no sólo accesible, sino también expedito. Pero, sobre todo, insistimos en separar la arquitectura –la técnica– de la política. Aquí una noticia añeja: la incidencia en la esfera pública es política.
Entonces llegó Twitter, la panacea para el arquitecto con opinión. Accesible, conciso, inmediato… directo. Sin ningún –o casi ningún– filtro más que el apoyo o el vapuleo. Y, sin embargo, como en toda cancha que simula ser pareja y sin árbitro, como en toda disputa de diferencias sin mediador o país neutral, Twitter se llenó de ataques más que de críticas, de ideas volátiles más que de propuestas y, especialmente, de bullying más que de tolerancia. ¿Y su incidencia? Más cercana a la de un ranking de popularidad que a la de un instrumento para generar cambios –de opinión al menos–.
Probablemente estoy proyectando mucho más de lo que pretende y podría ser ARQ.TXT. De cualquier modo, lo importante es que existirá un medio que si bien será neutral, estará arbitrado. Es decir, abogará por la diversidad de opinión, pero garantizará que el contenido sea eso, contenido. Un medio que les permita a los arquitectos opinar sobre la contingencia, sin esperar el paper, el estudio o el proyecto.
Un medio que ojalá se transforme en un sitio obligado de consulta para la ciudadanía, para los medios oficiales y, más aún, para quienes ocupan las posiciones de poder.