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Nueva Constitución para Chile en el siglo XXI

Eugenio Garcés Feliú. Profesor, Escuela de Arquitectura UC / Miembro Club Diálogo Constituyente

 

El pasado 18 de mayo, mientras estábamos sumidos en plena pandemia sanitaria, el país entró en sobregiro ecológico, es decir que la huella ecológica de cada chileno es mayor a la biocapacidad global por persona, siendo el primer Estado latinoamericano en agotar los bienes naturales renovables disponibles como país, lo que nos ha llevado a vivir de las futuras reservas (Global Footprint Network, 2020). Así, el ser humano ha transformado el ambiente natural con actuaciones de la tecnología que suponen un nivel de deterioro ecológico como resultado de la acción antrópica y el proceso de artificialización, disminuyendo la calidad de este y su capacidad para sustentar la vida (Gastó y Subercaseaux, 2010). Y se han acentuado las inequidades y contradicciones entre los diversos grupos humanos, sus múltiples identidades culturales, religiosas y étnicas, se ha incrementado el desempleo, la exclusión y marginalidad social, la discriminación por concepto de género, raza, pobreza, analfabetismo, alimentación, educación y salud pública (Macal, 2010). La explicación apuntaría a lo señalado por el filósofo nacional Gastón Soublette (2020):

La gran masa urbana vive apremiada por el tiempo útil, y su creciente aceleración, al servicio de la máquina con la que quiso ser servida […] la civilización industrial […] Sus emprendimientos y realizaciones están alcanzando una peligrosa desmesura que altera gravemente nuestra vida, de manera que el bienestar ha degenerado en malestar crónico, la paz en conflicto permanente, el orden en confusión, la verdad en posverdad […] creó esas masas de hombres que venden su fuerza de trabajo para enfrentarse a una existencia sin más contenido que el esfuerzo laboral exigido por un sistema en el que delegan sus aptitudes en especialistas, productores e intermediarios para transformarse ellos en consumidores y usuarios pasivos.

Ya en 2004 el historiador de la ciencia Morris Berman planteaba los temas sobre los que era necesario poner atención: evolución de la conciencia individual, relación entre cada uno de nosotros y la sociedad, y articulación admisible con la naturaleza.

Entiendo al individuo como un ser original y singular que constituye una realidad única e irrepetible frente a la diversa pluralidad; a la sociedad –formada por individuos que conviven de manera organizada según formas de interacción, comunicación y cooperación de su naturaleza gregaria y social– como una matriz que debiese permitir el desarrollo del potencial individual, garantizando derechos y procurando niveles compartidos; y al ambiente, como el entorno natural que concierne a los seres vivos que actúan en él y condiciona sus circunstancias vitales en el medio natural y artificial en que viven para satisfacción de sus necesidades, con “el conjunto de elementos que hacen posible la existencia y el desarrollo de los seres humanos y demás organismos vivos que interactúan en un espacio y tiempo determinados” (Morales-Jasso, 2016).

En este contexto de imperiosa necesidad de replantearnos como sociedad y Estado es que surge, aún con mayor fuerza, la necesaria redacción de una Constitución con la cual, y mediante el diálogo, podamos llegar a consensos que nos doten de sentido como país. Un Estado, democrático, directo y participativo, debiese estar constituido por los programas de sus individuos, su sociedad y su ambiente en una tríada de plena integración evolutiva. De esta manera, es indispensable que la nueva Constitución garantice a sus ciudadanos los derechos y deberes humanos a la vida, la conciencia, la salud y la educación pública, la cultura, la igualdad ante la ley; que asegure a la sociedad –integrada y multidimensional– un desarrollo equitativo de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, ejercidos en su representación política democrática, superando la distinción entre oficialismo y oposición; y que resguarde la evolución del ambiente natural a fin de satisfacer las necesidades individuales y sociales para consolidar una calidad de vida sostenible.

Sólo así la vida humana poseerá conciencia y espiritualidad individual como parte de una sociedad en evolución con su ambiente natural.

Referencias bibliográficas

  • Berman, Morris: El reencantamiento del mundo (Santiago: Editorial Cuatro Vientos, 2004).

  • Gastó, Juan; Subercaseaux, Diego: “Dimensión ecológica del paisaje cultural en el siglo XXI”. Revista Talca n° 4 (2010).

  • Global Footprint Network. https://www.footprintnetwork.org/

  • Macal, Martha Cecilia: “Indicadores y variables del desarrollo sostenible desde el punto de vista de responsabilidad social”. GestioPolis (2010).

  • Soublette, Gastón: Manifiesto. Peligros y oportunidades de la megacrisis (Santiago: Ediciones UC, 2020).

  • Morales-Jasso, Gerardo: “La categoría ‘ambiente’. Una reflexión epistemológica sobre su uso y su estandarización en las ciencias ambientales”. Nova scientia Vol. 8, n° 17 (2016):579-613.

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(Medio) optimista